miércoles, 20 de mayo de 2009

EL NEOEXPRESIONISMO ALEMAN

Anselm Kiefer, "Kain und Abel", 2006,
photos André Morin et Charles Duprat, © Anselm Kiefer et Galerie Thaddaeus Roppac.

EL NEOEXPRESIONISMO ALEMAN


por Roberto Rosique (compilador)


“Claramente, los alemanes tienen un sentido de hacer historia del arte,un sentimiento de que si uno no es alemán no puede comprender que hacer arte hoy supone introducir la historia en la historia del arte”

Donald B. Kuspit

Acts of Aggression: German Painting Today. Art in American, sep. 1982.

Los artistas alemanes, alejados de la tradición formalista y poco afines a los valores de abstracción y espiritualidad que se difundieron tras la II Guerra Mundial, entendieron la vuelta a la pintura como el medio más eficaz para hallar la razón histórica de su presente y, en cualquier caso con sus raíces y con su tradición cultural.

El nuevo arte alemán toma la “verdadera” identidad nacional como antídoto del nacionalsocialismo

Donald B. Kuspit reconoce que el explicar el fenómeno de la nueva pintura alemana uniendo la tradición germánica y la de la vanguardia obedece al “método del arte romántico”, es decir, a un romanticismo proyectado en la suma de contradicciones y paradojas que se dan entre la nueva y la vieja alemania, entre el trascedental espíritu alemán y la historia de la nación germánica, entre la vida de la vanguardia y el sentido de su propia determinación, entre la novedad y la originalidad, entre la tradición y la modernidad.

La recuperación de los signos de identidad:

Según Christos M. Joachimides (Origen y Visión, 1989), no hay que considerar este nuevo arte alemán como un remake del expresionismo histórico de principios del siglo XX, en el sentido de que artistas como Georg Baselitz, Karl Horst HÖdicke, Bernd Koberling y otros se limitaron a interpretar a su manera, fuerte y violenta, las imágenes de la realidad sin poner en cuestión ni su estructura ni su esencia como entidad espacial. Mientras que el expresionismo de grupos como Der Brücke y Die Blue Reiter tuvo como principal objetivo la liberación del individuo y la transformación de la sociedad sin un criterio formal preciso, los nuevos expresionistas carecían de intenciones trascendentes, eran aparentemente positivos, y partían de la afirmación de la autoridad del “yo” individual y de la versatilidad personal.

Algunos de estos artistas en sus años de formación, compartieron un sentimiento de empatía hacia los expresionistas alemanes de principios de siglo que Hitler había proscrito y calificado de “degenerados”, pero también una común debilidad por el pensamiento filosófico de Friedrich Nietzsche y, en especial, por su manera de entender la existencia como una radicalización de lo trágico y lo heróico.

Aportaciones individuales:

En 1961, el particular mestizaje entre lo propio y lo foráneo se plasmó en los trabajos de dos jóvenes estudiantes berlineses, Georg Baselitz y Eugen SchÖnebeck, a raíz de esa exposición publicaron su primer manifiesto, Pandemonium, en un tono apocalíptico, a mitad de camino entre Nietzsche y Lautréamont, Baudelaire y Artaud:

Los poetas yacen y se sumergen en la cocina

sus cuerpos en un cenagal

la saliva de toda la nación esté flotando en su sopa

[…]

Sus alas no llevan el sabor del cielo

y ni siquiera una gota de tinta desperdiciada

pero el viento nos trae sus canciones

y éstas han sacudido la fe […].

En 1962 publican un segundo manifiesto en el que enfatizaron el pesimista sentimiento de aislamiento del individuo alemán ante su entorno.

La primera exposición de envergadura en la que participaron como defensores a ultranza de la vuelta a la pintura y la creatividad individual, fue A New Spirit in Painting (Londres, 1981), comisariada por Nicholas Serota, Norman Rosenthal y Christos M. Joachimides. Según el crítico Stuart Morgan los once artistas seleccionados de un total de 38: Greorg Baselitz, G. Graubner, D. Hacker , K. H. HÖdicke, A. Kiefer, P. Kirkeby, B. Koberling, M. Lüpertz, A. R. Penck, S. Polke y G. Richter, cumplían los requisitos fundamentales que conformaban el espíritu de la exposición: el retorno a la figuración, la creciente subjetividad del artista de reconsiderar el trabajo de maestros como Picasso, F. Bacon y P. Guston, presentes también en A New Spirit in Painting

_ A consecuencia de A New Spirit in Painting, la nueva figuración alemana inició un sólido proceso de reconocimiento internacional no exento de polémica, que ya habían estallado en realidad un año antes con la presencia de Georg Baselitz y Anselm Kiefer en el pabellón alemán de la Bienal de Venecia, artistas a quienes se les acusó de valerse de imágenes obsoletas, así como de métodos anticuados para fomentar una decadente mitología alemana.

En Alemania, el director del museo de Aquisgrán, Wolfgang Becker, acuñó el término "Die Neue Wilden" (los Nuevos Salvajes, en referencia a los Salvajes de Franz Marc) para referirse al grupo de pintores que estaban a la cabeza del neoexpresionismo alemán. Algunos de los exponentes más importantes de este movimiento son: Georg Baselitz, Anselm Kiefer, Markus Lüpertz, Karl Horst Hödicke, Jörg Immendorff, Dieter Krieg, Sigmar Polke, Antonius Höckelmann, Volker Tannert y A. R. Penck. En una segunda generación, destacan los grupos " Heftige Malerei", compuesto por Rainer Fetting, Helmut Middendorf, Bernd Koberling y Salomé (seudónimo de Wolfgang Cihlarz); y "Mülheimer Freiheit", compuesto por Hans Peter Adamski, Peter Bömmels, Walter Dahn y Jiří Georg Dokoupil. Estos grupos destacan por su agresividad temática y cromática, con colores fluorescentes y temática frecuentemente sexual.



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